miércoles, 18 de abril de 2007

Ejercicio de memoria.



Leyendo de travesuras ajenas (Mis Nuevos Aires) he tratado de remontarme a mi propia infancia y, hurgando en mi memoria, no encuentro muchas, la verdad, no se si no hice tantas o es que tengo un severo problema de amnesia digno de regresión hipnótica (mmmm, me parece ver algunas caritas, jejeje!), pero la verdad es que demasiada oportunidad de hacerlas no tuve, a saber, hija única de padres bien mayores (mi madre tenía 41 años), por lo que supongo que yo era como el último cartucho y, en consecuencia, súper sobreprotegida así que tampoco me dejaban salir mucho que digamos. En el colegio era más bien gansa, tanto que más de una vez volví llorando a casa porque algún compañerito me había molestado, eso claro, duró hasta que mi señor padre tuvo la feliz idea de enseñarme a pegar puñetazos para que me defendiera e hiciera respetar, cosa que logré con creces porque después pegaba hasta por sospecha!

De una embarrada que si me acuerdo es de una como a los 6 o 7 años en que me las di de peluquera y, según yo, le había hecho la permanente a una prima escarmenándole con santa paciencia toooodo el pelo para que, después de reponerse de la impresión, estuvieran todo el resto del día desarmando mi pequeña obra de arte entre mi mámá y mi tía (cabe destacar que la pobre víctima, si bien tenía el pelo corto, lo tenía bastante crespo, por lo que fue titánica la labor de volverlo a su estado natural).

En fin, que sólo eso me trae mi memoria, aunque por ahí se me acuse de algunas cosillas (Te estoy oyendo "mami postiza", jajaja).


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